Bon-a-tirer est une revue littéraire diffusant en ligne, en version intégrale des textes courts originaux et inédits commandés spécialement pour le Web à des écrivains actuels principalement de langue française.








Traducción Alix Parodi

 
CUIDADES IMAGINARIAS
par JEAN-LUC OUTERS

Ya no hay plazas en las que convergen las calles,
Ya no hay calles empedradas que relucen bajo la lluvia,
Ya no hay jardines delante de las casas,
Ni setos de espino blanco que las separen,
Ya no hay casas con tejas de color naranja,
Ya no hay chimeneas que humean de otoño a primavera,
Ya no hay vecinos,
Ya no hay aceras,
Ya no hay bicicletas, ni tándems, ni velomotores,
Ya no hay encrucijadas,
Sino intercambiadores y túneles,
Oficinas y aglomeraciones,
En el cielo, ya no hay pájaros
Sino pasillos aéreos,
Ya no se pone la ropa a secar en los tendederos
Ya no hay niñas que saltan a la comba o juegan a la cinta elástica,
Ya no hay gabarras que se descargan en los muelles,
Las orillas del río son vías de cuatro carriles,
Ya no se oyen las sirenas del puerto,
Ya no hay reloj en la fachada de la estación,
La estación parece un aeropuerto con sus tiendas,
Sus oficinas de cambio, sus aparcamientos,
Ya no hay hierba en las orillas de los estanques secos,
Sigue lloviendo pero el agua se infiltra en la tierra
O huye por las alcantarillas,
La ciudad flota sobre capas freáticas,
A través de los edificios de cristal a los que se adhieren
Trozos de fachadas antiguas,
Brilla la claridad lechosa de los aparatos de televisión
En los que se agolpan telenovelas, animadores de concursos,
Polemistas, publicitarios, cantantes, futbolistas,
Público batiendo palmas, tiros,
Cuerpos que se desploman, aeropuertos, abrazos,
Niños que lloran,
Más pálido, el resplandor de los ordenadores vigila día y noche,
Ya no hay más buzones que los de los ordenadores
Que almacenan los mensajes de correo electrónico,
Los cables de fibra óptica conectan las redes,
Las palabras ya no tienen sabor a boca,
Aparecen sin ruido en las pantallas y se deslizan
Hacia memorias infinitas,
Ya no hay amnesia, ya no hay fallos,
Los nombres ya no se quedan en la punta de la lengua,
Ya no hay saliva, ya no hay cuerdas vocales sino teclas de teclado,
Ya no hay gritos, ya no hay susurros,
Sino archivos, directorios, bases de datos, copiados-pegados,
Ya no hay más ancianos que los que están en las residencias,
Los bebés nacen en incubadoras,
Amamantar es cometer una infracción, lo mismo que beber leche sin esterilizar,
Las cárceles rebosan de descerebrados cogidos en flagrante delito
De beber agua de manantial o respirar aire no acondicionado,
Se les puede observar desolados delante de la televisión,
Porque las cárceles son de cristal,
También los hospitales, las administraciones, los tribunales,
Todo es transparente,
Sólo los coches tienen cristales ahumados,
En ellos te refugias a veces buscando intimidad,
Cuando te sientes agobiado bajo todas esas miradas, recorres distancias increíbles,
Tan sólo para detenerte en el aparcamiento de una autopista, escuchar música y hacer el amor,
Porque nadie hasta ahora,
A pesar de los presupuestos de investigación gigantescos,
A pesar de los compromisos electorales,
A pesar de las votaciones parlamentarias con mayoría especial,
A pesar de los programas del gobierno negociados hasta el amanecer,
Ha encontrado la manera de reemplazar la música o el amor,
Ni el amor a la música, ni la música del amor,
A veces, cuando no aguantas más,
Conduces tu coche hasta llegar al mar,
Que sigue inmutable, también él, el Mar del Norte,
Con sus casetas de madera, sus castillos de arena, sus tiendas de flores de papel,
Y caminas descalzo por la arena húmeda,
Olvidándote del tiempo,
Sin pensar siquiera
En los fondos marinos poblados de túneles, de laboratorios de todo tipo, de campos de supervivencia,
De segundas residencias, de fábricas de oxigeno,
De balizas luminosas que regulan el tráfico submarino, de restos de petroleros,
De hidroaviones, de anfibios,
Respirando el aire a pleno pulmón,
Incluso corres, levantado por el viento,
Ríes por fin,
Sin mirar siquiera a esos dos tipos con máscaras antigás
Que, encaramados en lo alto del dique, te observan desde hace un rato,
Sin perder ningún detalle,
De tu respiración, cuyos pormenores van anotando en su libreta.

 

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